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Revivir la esperanza

11 Agosto 2016 Nessun Commento

Las intensas jornadas de Tonalestate no sólo nos hacen darnos cuenta de cúantos en el mundo sufren la adversidad, sino también tomar consciencia de cómo en nuestras propias realidades podemos escuchar la voz del corazón. Y los expositores nos presentan una serie de interrogantes que pudieran quizá sólo provocarnos tormento, en cambio nos llevan a profundas reflexiones. Por ejemplo, Jean Tonglet nos ponía esta pregunta: ¿Qué pueden aportar a la herencia los desheredados? ¿Qué pueden transmitir los que no tienen nada? Transmiten experiencias vividas en su propia vida cotidiana. Ellos, que sólo heredan la pobreza y la miseria, y la transmiten de generación en generación, no la viven como Fatalidad, y no quiere decir tampoco que debemos resignarnos a un triste destino; más bien, se transmiten valores que les pueden ayudar a salir de esta situación. Se transmiten también historias de coraje y valor, como la “Madres coraje” de la pintura de Quitzé Sabillòn, expuesta en la Sala Comunal de Ponte di Legno. Y esta resistencia extraordinaria, también estas madres valientes, la heredaràn a sus hijos.

Por otro lado, habría que hablar también del perdón. El mismo Jesús, muy severo, habría reclamado a los ricos: ¡Ay de ustedes…!, y se refería a los causantes de la pobreza, a estos que hacen fiesta del dolor humano, sin acordarse de que eso que disfrutan ahora, falta a los pobres.

Jean Tonglet terminaba con esta pregunta: ¿Estamos ante un mundo sin mañana, o sea, sin futuro? En cambio, esperamos un mañana diferente, porque otro de los valores que los pobres transmiten a sus hijos es la esperanza; al igual que los santos esperan por todos nosotros. Entonces tenemos un sueño, que no debe resolverse con el asistencialismo, pues èste no hace más que crear un legamen fuerte de pobreza y dependencia material.

Desde el punto de vista humano, lo único negativo es que estamos también heredando el miedo, el miedo a la no pertenencia, a no sentir que nos debemos los unos a los otros.

Precisamente a esta reflexión nos llama el TONALESTATE: somos llamados a crear compañía, o sea, comunidades de hombres libres y dispuestos a no preocuparse sólo por sí mismos, sino a ver en el otro la ocasión de revivir la esperanza.

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