Tiempo tonto y soberbio. Abertura de Eletta Leoni
El desastre es grande. ¿Cómo hemos podido permitirlo?
Decía Leopardi: [tu] “volviendo atrás los pasos; te jactas del retorno y progresar lo llamas.”. HE aquí, este tiempo que va al hacia atrás, este siglo tonto y superbio, ve de nuevo, dominar y combatir, como ya en el pasado, dos corrientes, que describo en breve, con un poco de imprecisa imaginación mitológica: aquella de Arimán, que empuja el hombre hacia la materia y a esta vincula y aquella de Lucifer que quiere los hombres angelicales. Estamos inmersos en el no-realismo humano total.
Ciencia, técnica, económia y progreso son los cuatro caballos de verdad muy furiosos, como ocurre siempre cuando el cansancio y la repetición privada de sentido determinan el actuar humano. Se puede romper el silencio – al cual nos obligaría estas cuatro furias feroces – sólo diciendo nuestro shikata ga-nai, consumatum est, todo è tutto finito, o sea no hay más que hacer. Pero de la indudable sinceridad de este consumatum est, puede elevarse una suplica, al menos aquella de Kenzaburo-Oé: enséñanos a super nuestra locura.
Nullum mendacium senescit, decía Euripide. O sea la mentira no tiene modo de envejecer. Entonces, a penas salido del siglo XX, el siglo por excelencia de la mentira, nos toca quitar el velo a la mentira, no darle manera de envejecer en el siglo XXI.
Tres principios dominan la lectura histórica.
- El principio de desesperación (Günter Anders)
- El principio de responsabilidad (Hans Jonas)
- El principio de esperanza (Ernst Block)
Yo privilegio el principio de esperanza.
En una sociedad realmente libre, lo importante sería cultivar las diferencias, como decía Octavio Paz. Cultivar las diferencias es algo que no sabemos hacer y que deberíamos y podríamos aprender y es la única posibilidad de romper la homologación de la viejísima indiferencia (o sea, no-diferencia) que nos confunde y bloquea, sin duda, como una lluvia gélida, nuestra decisión de re-inventar los siglos a seguir. Comenzar a hacer experiencia de que pueda significar verdaderamente “cultivar las diferencias” nos hará salir del tunel, estoy segura, nos desbloqueará.
Busquemos entonces de entrever, en esta roca de la historia, dónde, cómo, cúando hemos sido capaces o incapaces de cultivar las diferencias. Sea esta nuestra clave de lectura de nuestras intervenciones, testimonios, los encuentros que realizaremos en este Tonalestate 2014 del cual celebramos hoy “el inicio”.