‘Cronista entre el público’ Los límites del hombre
Después de tres arduas jornadas de trabajo de reflexión, concientización y profundización acerca del hombre y de ésta su maldita “auri sacra fames”, que lo ha llevado a cometer, a lo largo de la historia y en todos los rincones del mundo, infinitos e inefables genocidios y masacres, la constante parece ser la misma: “El hombre: mísero y grande”, palabras que, por otra parte, titularon y dieron píe a esta tercera jornada de nuestro Tonalestate.
El testimonio y el esperanzador, amoroso y pacífico mensaje de algunos sobrevivientes de genocidios y masacres de varias partes del mundo nos recordaron que no podemos ni debemos dejar de creer en la grandeza del hombre.
Por desgracia (¿o por fortuna?), el hombre también es mísero: enfermo y necesitado de Alguien que lo sane y que satisfaga su verdadera “sacra fames”. Por eso, el Tonalestate ha querido concluir ésta su tercera jornada con un impactante video-reportaje de Giorgio Fornoni, titulado: “Los límites del hombre”.
Y es que sí, como se puede apreciar en el reportaje, el hombre ha alcanzado un “progreso” hasta hace algunos años inimaginable, ha incluso “conquistado” el espacio, si es que el espacio puede ser conquistado. Sin embargo, ha sido incapaz de dominar su “auri sacra fames”, su hambre maldita de riqueza que lo ha llevado, una y otra vez, a lo largo de la historia, ha cometer las mismas atrocidades.
Nuestro inimaginable progreso, apreciamos en el reportaje, esta acompañado de inimaginables atrocidades (campos de concentración, conflictos bélicos en gran parte del mundo, pobreza, hambre, destrucción indiscriminada del medio ambiente y un sin fin de etcéteras); tal parece que el hombre es incapaz de crear progreso sin crear destrucción, de crear libertad sin crear esclavitud, de crear riqueza sin crear pobreza, de crear grandeza sin crear miseria, etc.
Así pues, como ya antes lo hiciera Pascal, Giorgio Fornoni nos recuerda, con su impactante reportaje, que el hombre es grande, sí, pero también mísero, contingente y limitado, capaz de las más grandes azañas y de las peores atrocidades, por lo que tiene que estar siempre vigilante, deseando, es decir pidiendo y esperando, que el totalmente Otro satisfaga su verdadera “sacra fames” (hambre de plena realizacion).